Quería escribir un cuento de
Navidad y regalároslo…Pero no hay manera. Cuando era pequeña, me gustaba
hacerlo: siempre había un pesebre, un niño y ovejitas, y siempre la noche era
fría, el cielo estrellado y el niño, rubio, sonreía desde su cuna…Es una pena
que no se me ocurra nada, la verdad. Es una pena que el tiempo pase, así, sin
pedir permiso; es una pena que la infancia se esfume y tras ella la juventud y
más, y más y más…Pero mayor sería la pena si no fuera capaz de recordar con una
sonrisa las imágenes de las navidades de mi vida. Y es una suerte que pese a
todo, pese a que la nostalgia se me enrosca en la garganta y la sal me enturbia
a veces la mirada, los rostros de quienes quiero están muy cerca: llenos de
vida sus ojos y tan llenos de palabras y
silencios sus labios, como plenas sus manos de ternura. Y si me afano, incluso
recupero la mirada de quienes no están,
la palabra que lejana dejó su poso amable, la caricia que me regalaron las
manos ausentes.
Los deseos, los afanes, las
ilusiones se transformaron en realidades a veces equívocas; se cumplieron a
veces por encima de ellos mismos o se frustraron otras tantas dejando un
regusto amargo ya olvidado. Porque a fin de cuentas de eso se trata; de
perseguir quimeras, de procurarse un sosiego precario, de creer que era eso
justo lo que buscabas y de percatarte de que, aunque se asemeja, nunca es aquello que soñabas…Tal
vez sea eso mismo vivir: transitar, elegir, acertar y confundirte a partes
iguales. Tal vez consista en coleccionar paisajes, aún mejor en dibujarlos y
transformarlos sin miedo a equivocarte. Y a veces consiste en mirar alrededor y
respirar con aire despistado, sin saber muy bien qué toca ahora; y aguantar el
tirón de un tiempo que parece no tener un proyecto claro diseñado. Tal vez hay
momentos en los que la música no invita al baile y, sin dejar de ser hermosa, solo
aciertas a escucharla, meciéndote suavemente en su melodía, apenas un tímido
balanceo, los pies bien pegados a ras del suelo…Tal vez la palabra que antes
fue ágil no encuentra el término adecuado. Tal vez hoy no consigas escribir un
cuento, ni tan siquiera un cuento de Navidad: no pasa nada.
Es tiempo este de Navidad para el
pasado, y para el presente. Y para soñar futuros: que no se te acaben los
proyectos, y que encuentres sosiego, y que la alegría sea tu música y que la
disfrutes. Y que los pies, como distraídos se atrevan, si es caso, a amagar un
paso de tu propio baile, de ese que ahora inicias…Brindamos por ello.
Zorionak eta urte berri on!
Idoia&Marilis
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