viernes, 1 de junio de 2012

La ternura


Releo alguno de mis relatos, de estos y de otros que no están aquí colgados, y me doy cuenta de que una de las palabras que más aparece es “ternura”…Aún a riesgo de resultar ñoña, reconozco que me gusta esta palabra. Hay palabras que te gustan más que otras, hay también otras que te parecen horribles.
Ternura. Me gusta su sonido: me gusta como la u se alarga imperceptiblemente, se demora perezosamente y se enlaza luego con esa erre suave, que suena a rumor de olas. Y cuando la pronuncias, los labios apenas se abren,  se deslizan las tres silabas suavemente y la voz se agrava sin pretenderlo; es una palabra, yo creo, ideada para decirla susurrando, en voz bajita…
Pero más allá de la fonética, me gusta su significado, aquello que se quiere expresar a través de este término. La ternura es una suerte de cariño bondadoso, es un toque de dulzura que no empalaga;  es una calidad de amor que no interroga, que da calor pero no asfixia;  es como acariciar con la mirada, como tocar con los dedos del alma. Ternura es lo que sientes cuando contemplas a un niño pequeño dormir, cuando adivinas la calidez del aire que exhala en cada pausada respiración, cuando te maravillas de su delicada piel, cuando miras sus pequeñas manos abandonadas al sueño y las imaginas luego transformadas en mariposas inquietas repletas de vida…
Ternura es lo que destilan las manos de quien prepara la comida para los suyos; las manos diestras que, como distraídas, limpian, trocean, condimentan, se lavan y se secan repetidamente y reparten, finalmente, lo guisado en los platos que tienen nombre y dueño conocido. Ternura es lo que empuja a las manos del que trabaja para que no te falte nada; las mismas que, a veces, te ponen freno también al deseo caprichoso…
Ternura es la palabra que te regala alivio en la tristeza, la que se alegra de tu triunfo, la que te consuela en el llanto, la que ríe porque estás alegre. Es también la palabra que no nace y se queda al borde de los labios porque no encuentra el modo de decirte aquello que te hace falta; es la palabra silenciada que no hiere y, en ocasiones, es aquella que, amable, aun no dicha te acompaña…
Ternura es la mirada que no escruta, la que no juzga; es la mirada que te nombra, la que te fabrica cada día, la que te hace sentirte bien; la que te desarma y te convierte en un abrazo prolongado. Es la mirada tamizada de un anciano, la mirada inocente de un niño, la mirada chispeante de quien tiene la vida por delante, la mirada fiel de ese chucho  que se te acerca de pronto en la calle reclamando una caricia temeroso…
Ternura es lo que convierte un trayecto en un autobús junto a una amiga, sin apenas conversación, en silencio, en un regalo compartido. Ternura es que te escuchen más allá de lo que dices, que te adivinen; que te manden un mensaje por el móvil aunque no sea tu cumpleaños, que te perdonen porque no recordaste la fecha señalada…
Ternura es volver a casa con tus hijos dormidos en el coche, al atardecer, hace ya tiempo, y que se crucen las miradas y que toques la mano que lleva el volante apenas un instante y sientas ganas de cerrar los ojos y parar el tiempo, detenerlo y grabar cada detalle en la memoria…
La ternura es, creo,  esa mezcla de sentimientos que me viene a la cabeza cuando pienso en aquellos que yo quiero; es amor sin estridencias...

2 comentarios:

  1. Bello, suave, dulce, tan sutil y claro como pintar la trasparencia.

    Unos minutos de placer.

    Tierno!

    Zorionak!

    Jose

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  2. Mila esker! Me alegra saber que te ha gustado...somos muchos los adictos a la ternura!

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